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TRANSITAR LA VIDA SIENDO MAESTRA

 

     Se trata de un monográfico sobre una conferencia impartida en la Facultad de Educación de la Universidad de Málaga, escrito por Pilar Tormo, maestra jubilada, que llevaba 40 años en la profesión y que empezó en la época del franquismo. Ha enseñado en Primaria, Secundaria y en la Universidad. Su idea principal era “que las dificultades no ahoguen el deseo; haz siempre lo que puedas hacer” que ella misma aplicó en sus aulas en momentos difíciles con una normativa educativa muy deficiente.

La autora nos cuenta su experiencia durante toda su carrera como maestra y cuenta que “siempre tienes la sensación de que te han quedado cosas por hacer, por decir, por vivir, por poner en juego”, que como maestra se siente una relación muy grande entre profesor y alumno y que por eso nunca se ve saciada y esto hacía que siempre siguiera luchando para colmar el deseo y le ayudaba a abrir nuevas experiencias y expectativas. Así mismo, reconocía que no todo está en la mano del educador, puesto que no es una relación unidireccional. Aprender es cosa de dos; de quien ofrece y d quien acepta ser tocado por las palabras, los gestos, las experiencias de quien tiene delante.

Pilar Tormo hace una selección de las cuatro cosas que considera más importantes desde su experiencia como maestra que pueden servir a los futuros maestros. Son:

1.-Haz siempre aquello que está en tu mano hacer.

 La autora nos cuenta que ella vivió momentos difíciles de represión en cuanto al sistema educativo, pero que ella, como muchos otros maestros, siguieron adelante con sus ideas y consiguieron vivir extraordinarias experiencias pedagógicas, de enseñar y aprender, pero remarca que ella sola poco podía hacer, que compartiendo con otros y otras aumentaba su deseo de hacer, de experimentar, de ser, y se conseguían muchas más cosas. Además, llevó su idea de cambiar el mundo tanto dentro como fuera de la escuela  y reconoce que nada de lo que había hecho en su vida hubiera sido posible sin sus maestros y maestras, aquellos que le permitieron crecer, abrir su mente y su corazón y continúan abriendo en ella espacios de libertad.

2.-La felicidad, una experiencia pedagógica:

“He sido muy feliz”, así ilustra su vida Pilar Tormo como maestra porque nos cuenta que gracias a ser maestra ha podido sacar lo mejor de sí misma, ya que la relación educativa te hace muchas demandas diarias que pone en juego todas tus potencialidades, hasta aquellas que no creías tener. Te coloca en un proceso permanente de seguir formulándote preguntas, mirando y viviendo. Tormo no imagina la profesión sin la capacidad para la alegría, que lo que vamos viviendo y aprendiendo nos haga vibrar, ilusionar y sentir felicidad.

3.-La mediación con el saber:

La autora opina que el principal problema que observa en los escolares es la falta de deseo de aprender y la poca confianza que tienen en que el saber aporte algo a su calidad de vida como ser humano. El mejor regalo que podemos hacerle a la escuela es la mejor formación universitaria para los que van a ser docentes, aquella que crea y abre experiencias de relación con el saber con un sentido propio.

Según sea nuestra experiencia con el saber, así será nuestra experiencia en el enseñar. Cómo descubrimos el saber, cómo utilizamos ese saber para ilustrar nuestra vida y para comprenderla.

4.-Los niños y las niñas no viven solos:

Los educadores nunca trabajan solos, detrás de cada criatura hay alguien que lucha por ella y es fundamental y es fundamental establecer con esa persona relaciones de colaboración con sentido y que se mantenga la confianza inicial. La relación con la madre no puede limitarse a contactar con ella cuando una cosa no funciona bien,  no podemos basarnos en la carencia, sino en aquello que vamos descubriendo como posibilidad en esa criatura, y que queremos compartir para hacerla más grande, más viable.

      Por último, Tormo nos pone tres alertas, la primera centrar  nuestra mirada en qué vida queremos vivir, si nos dejamos invadir por el abatimiento, la tristeza, el cansancio o la indignación, la escuela puede quedar desierta de maestros y maestras. El segundo, aquello que nos hace ser mestros no es reductible a las técnicas, y la tercera alerta, no podemos quedarnos sin un conocimiento vivo, con sentido, es decir, ampliar los márgenes y saber llevar algo bueno.

La autora concluye con un deseo que todos debemos cumplir “haced que nuestro oficio sirva para poder vivir humanamente”.

 

 


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